Independencia de México
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El movimiento independentista en México fue un proceso histórico que abarcó del 16 de septiembre de 1810 al 27 de septiembre de 1821. La rebelión comenzó únicamente como una manifestación de rechazo a las invasiones napoleónicas, sin embargo poco a poco fue adquiriendo tintes revolucionarios que proclamaban el surgimiento de una nueva nación. Los conspiradores de Querétaro, comandados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, proponían en todo caso mantener lealtad a la corona del rey, la creación de un gobierno soberano novohispano y desconocer al virrey en turno. Al ser descubiertos sus planes, Miguel Hidalgo instó a la población indígena y criolla a levantarse en armas la madrugada del 16 de septiembre de 1810, bajo el grito de "Viva la Virgen de Guadalupe, muerte al mal gobierno, abajo los gachupines". España no reconoció la independencia de México, de manera formal, sino hasta diciembre de 1836 —de hecho intentó reconquistar México, sin éxito—. La ex colonia española pasaría a establecerse como una efímera monarquía constitucional católica llamada Imperio Mexicano. Finalmente, el sistema sería disuelto en 1823, cuando luego de varios enfrentamientos internos y la separación de Centroamérica, se convirtió en una república federal.
La Nueva España había logrado permanecer bajo el control de la Corona Española durante tres siglos, aproximadamente. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, surgieron cambios en las estructuras social, económica y políticas, los cuales permitieron que una élite ilustrada de novohispanos comenzaran a reflexionar acerca de su relación con España. El suceso que determinó el comienzo del movimiento emancipador fue la ocupación francesa de España, en 1808. A manera de fuerte influencia, también resultan destacables la Ilustración, la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos.[2]
En las colonias españolas radicadas en América, se formaron varias "juntas", que tenían como propósito la conservación de la soberanía hasta que regresara el rey Fernando VII al trono. Nueva España no fue la excepción (sus juntas estuvieron encabezadas por Francisco Primo de Verdad y Ramos); la diferencia fue que el primer intento de este tipo concluyó con la destitución del virrey y la sujeción del Ayuntamiento de México a la autoridad directa de la nueva cabeza de la colonia (que a diferencia de Iturrigaray, no simpatizaba con la Junta). Tal situación llevó a los criollos a radicalizar su posición. Finalmente, el núcleo donde hubo de comenzar la guerra por la independencia fue Dolores, Guanajuato, luego que la conspiración de Querétaro fuera descubierta.
En 1813, el Congreso de Chilpancingo, protegido por el generalísimo José María Morelos y Pavón, declaró constitucionalmente la independencia de la América Mexicana. La derrota de Morelos en 1815 redujo el movimiento a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz. Por esas fechas, Agustín de Iturbide pactó alianzas con casi todas las facciones, incluyendo al gobierno virreinal, y de esta suerte se consumó la independencia el 27 de septiembre de 1821.